jueves, 2 de octubre de 2014

PUBLICACIÓN DE POEMAS PARA ANDRES ELOY BLANCO

                                                                                              Valle de la Pascua 26 de Marzo del 2013


UN POEMA, DE MIL UNO, PARA ANDRÉS ELOY

Cumaná vio tus primeros pasos por la vida,
naciste para ser un druida,
depositario de lo profano y lo divino
y se abrieron a tus pies muchos caminos.

 Caracas, la universidad te llamó a la lucha
 lucha que fue justa y que fue mucha
 y su faro de luz te atrajo eternamente
 “ansias de pleno sol sobre la frente”.

Llano infinito, Apure legendario fue el destino
de abogado bisoño, y donde el trino
de las aves del río y su rumor
inspiraron tu numen soñador .

El Atlántico te abrió su inmensidad y fuiste a España
a recoger el fruto de tu hazaña,
tu canto se hizo universal, profundo,
y te sentiste “ grande, sin cabida en el mundo”

 Con Liliana formaste un crisol donde fundieron
todos los hijos del mundo y los dos que tuvieron,
y la flor metafórica que acuna  al niño en tu canción
a “Giraluna, la novia del girasol’.

Tuviste en política la eterna consecuencia: el destierro,
cargaron tus tobillos con el hierro
del cual siempre se han valido los tiranos
para callar la voz, atar las manos,
pero no la conciencia.


                                             Carapa


lunes, 22 de septiembre de 2014




BASES PARA EL CONCURSO MIL Y UN POEMAS PARA ANDRES ELOY BLANCO


La temática debe estar relacionada a la vida u obra de Andrés Eloy Blanco, lo que incluye la transtextualidad o posibles respuestas a sus propios versos. 

Extensión máximo de 25 líneas o versos. 

Formato, libre, moderno o clásico.
 
Máximo 57 caracteres en cada línea, incluyendo los espacios entre una palabra y otra; es decir, los espacios cuentan.

Fuente o letra, Times New Roman Nº 12. 

No emplear mayúsculas sostenidas en los versos.

domingo, 21 de septiembre de 2014

"FESTIVAL ANDRES ELOY BLANCO, UN HOMBRE INTEGRAL"


La Biblioteca Miguel Otero Silva, les invita a participar de nuestro ciclo  Andrés Eloy Blanco que persigue mostrar a las nuevas generaciones la vida y obra de este polifacético personaje, aquí encontraran reseñas bibliográficas, poemas, anécdotas, discursos y fotos que nos acercaran a este hombre  integral,  concluiremos este ciclo con un concurso de poemas dedicados al bardo. Esperamos contar con la participación de toda la comunidad manglareña, padres, alumnos, maestros, personal administrativo y personal de mantenimiento. 




Andrés Eloy Blanco, el poeta mas popular de Venezuela, no hay un venezolano que no conozca al menos un poema de este hombre, extraordinario que fue además, pensador, orador de primer orden, humorista, parlamentario, político defensor de la libertad, la democracia, conciliador, luchador hasta el sacrificio, paladín de la verdad y devoto de la justicia.





lunes, 5 de mayo de 2014

5° Cuento del Concurso ¿Cuánto cuento comprendiste?

Por María Fabiana Santaella
 
 
Tío Tigre y Tío Conejo son personajes inherentes a nuestro imaginario cultural y los protagonistas de un texto fundamental de la producción literaria de Antonio Arraíz, quien los reescribe en un entorno en el que destacan el de Tío Tigre, el militar, y el de Tío Conejo, el trabajador; entre uno y otro se desarrollará un entramado de tensiones y oposiciones que se reflejará y sumará en cada uno de los capítulos en los que está dividido el texto. El autor proyecta una sociedad animal que hace referencia paródica a los personajes que rodean a cada grupo para retratar las situaciones que se generan desde el poder. Partiendo de diferentes estudiosos se elabora el aspecto crítico de lo paródico así como también los constructos literarios y retóricos que conforman los diferentes puntos de vista del autor, al igual que a otros autores que nos permiten explicar cómo Arraíz refleja aspectos de una sociedad en la que el poder es jocosa y trágicamente parodiado, a través de la elaboración de  personajes ficticios , entramándolos en un discurso organizado en capítulos, como cuentos independientes en sí mismos, pero que conforman una historia que se enlaza, en cada una de sus partes, en un todo novelesco. En el texto se proyectan las visiones que de los distintos protagonistas tiene el autor, su visión pedagógica, de la geografía física y humana del país, aprovechando las diferencias que se resuelven gracias a las elaboradas trampas que Tío Conejo trama y hasta construye, apoyado siempre por los compañeros que lidera para vencer a Tío Tigre, trampas que nos remiten al referente popular y  a la tradición oral.
 
CUENTO: TIO TIGRE, TIO CONEJO Y TIO MORROCOY
Tío Conejo escuchó entre la selva las torpes notas de un desmañado silbido y, de un salto, corrió a esconderse bajo la protección que le ofrecía el fresco e intrincado ramaje de un helecho silvestre.
Allí, inquieto y silencioso, en muda indagación, movió repetidamente las orejas. ¿Quién podría silbar así, entre la floresta?
Las notas del silbido se apagaron y, más cercano, se oyó, en seguida, el áspero canto de una voz bronca y gangoza; era el mismo silbador que, ahora, cantaba.
Tío Conejo permaneció inmóvil: alzadas las orejas, muy abiertos los ojos, latiéndole fuertemente el corazón. Finalmente, a muy cortos pasos de él, allí, ante su asombro, se abrió un matorral espeso, del que surgió Tío Tigre.
Y cosa extraña la fiera traía muy risueña cara de complacencia y una gran mochila de cocuiza vacía y doblada, bajo el brazo. Pasó, casi rozando el escondite de Tío Conejo, y luego siguió, cerro abajo, por entre los breñales; siempre gangueando su desagradable canción.
Tío Conejo, lleno de curiosidad, corrió a asomarse al borde del barranco.
"¿Por qué estará tan contento Tío Tigre?" -se dijo- "¡Uhm! ¡Algo muy malo deberá estar pensando! ... ¡Voy a seguirlo, a ver!"
Y el simpático v vivaracho roedor se fue, también, pendiente abajo, haciendo brincar la blanca mota de su cola, al correr, veloz, por el camino de las huellas que dejara Tío Tigre.
Tío Rabipelado, después de beber agua allá abajo, en el pocito fresco de la quebrada, subía, poco a poco y cuesta arriba, cuando de manos a boca, se encontró con Tío Mapurite, y como éste, amenazante levantara la cola, dispuesto a la defensa, ante el horror de aquel peligro, el rabípelado se llenó de espanto y saludó, lisonjero:
-¡Señor don Mapuríflor, flor de las flores, olor de los olores!
-¿Cómo está esa bella persona?
El Mapurite sonrió, complacido, y después de contestar el saludo, cortésmente, agregó:
-Pase, pase usted, don Ramón Pila, y que le vaya muy bien-. Y se apartó a un lado.
-Chí-, dijo el marsupial, y siguió su camino.
A poco, ante Tio Rabípelado. desembocó de pronto Tío Tigre.
-¡Señor don Tigre, Tigrón! -lo saludó, haciendo una profunda reverencia- ¡Sabio, como él solo y mil veces más valiente que Tío León!
-¡Ja, Ja, Ja! -rió Tío Tigre- Este Ramón Pilá, siempre con sus cosas... ¡Ah, Ramón Pilá, me vas a hacer un servicio!
-Como no, Tío Tigre; lo que usted mande.
-Bueno. Mira; allá detrás de la casa, dejé unas verduras para un sancocho; "vémelas" pelando, que yo subo dentro de un ratico con la carne.
-Chí- dijo el rabípelado. Y echó a andar apresuradamente.
Tío Tigre se quedó mirándolo, y agregó, en tono amenazador:
-Pero, ten cuidado con desordenarme nada de lo que allí tengo, porque, si no .. ¡Ya sabes!...
Un corto trecho más arriba. Tío Rabípelado por poco se tropieza con Tío Conejo, que venía bajando. Ambos dieron un salto, asustados.
-¡Epoca!. .. ¡Gua; pero si es Tío Ramón Pilá! gritó, riendo, Tío Conejo.
Y Tío Rabipelado, que consideraba un animalillo demasiado inofensivo a Tío Conejo, quiso alardear ante él y exclamó, mostrándose agraviado:
-¡Herria! ¡Me tuvieron chiquito porque grande no pudieron!- Y se hizo a un lado, molesto.
 -¡Gua, gua, gua!- murmuró Tío Conejo, entre sorprendido y burlón.
-¡Apártese, compañero, no ve que ando apurado! ¡Voy en una comisión de mi amigo Tío Tigre! ¡Herria!.
Y, engreído, el animale]o siguió su camino y desapareció, cerro arriba, entre los yerbajos.
A fin de recuperar el tiempo allí perdido con Tío Rabipelado. Tío Conejo echó a correr para alcanzar a Tío Tigre.
Llegó al borde de la barranca de la quebrada y, en ese momento, vio que la fiera comenzaba a entrar en la playa del arroyuelo.
Tío Tigre avanzó unos pasos y se detuvo ante un morrocoy que, vuelto de espaldas sobre la arena, movía las patas, angustiado, en un inútil y desesperado esfuerzo por enderezarse.
-¡Vagabundo, veo que no has podido moverte del sitio en que te dejé! ¡Está muy bueno! Ahora si te podré llevar; para eso traigo esta mochila.
Y, terminando de hablar, la fiera metió el morrocoy en el saco, se lo echó al hombro y emprendió el camino de regreso. Mientras subía la cuesta, siguió hablando, burlón:
-¡Hasta hoy duraste, Tío Morrocoy! Allá te espera, en la casa, una buena mano de pilón, y después, la olla del sancocho. ¡Ya verás!
Tío Conejo se llenó de indignación. ¡Qué ese bandido de Mano de Plomo fuera a hacer eso con su buen amigo Tío Morrocoy!... ¡No: él no lo permitiría!. .. Pensó un rato y luego echó a correr cerro arriba, también. Llegaría mucho antes que Tío Tigre, quién tenía que ir muy lentamente, por el peso de la carga que llevaba.
Entre el monte, apenas unos cuantos pasos antes de desembocar en el patio de la casa de la fiera, Tío Conejo se detuvo; había escuchado algo así como un llanto.
-¡Hi, hi, hi!- volvió a oírse. Era un gemido desconsolador; aquello parecía la voz de Tío Rabipelado.
¿Quién está allí? -preguntó Tío Conejo- ¿Cómo que es Tío Ramón Pilá?
-Chí- respondió la vocecita.
Tío Conejo buscó y encontró una trampa, en la que estaba metido el rabipelado.
-¡Ah carrizo, Ramón Pilá! ¡Caíste en esa trampa!
-Chí.
-¿Y tú quieres que yo te saque?
-Chí.
-Bueno, pues, vamos a hacerla.
Y Tío Conejo puso en libertad al prisionero.
En eso Tío Tigre desembocó frente a la casa y empezó a llamar, a gritos, al rabipelado. El cual, allí junto a Tío Conejo, se dio a llorar amargamente.
-¡Ahora Tío Tigre me va a comer -dijo- porque le tumbé una de sus trampas! ¡Sálveme, Tío Conejo!
Tío Tigre puso el saco, con el morrocoy dentro, en el suelo, y siguió dando gritos:
-¡Ah, Ramón Pilá! ... ¡Ramón Pilál. .. ¿Qué se habrá hecho ese condenado?
Al ver el saco en tierra, a Tío Conejo se le ocurrió una idea, y dijo al rabipelado:
-Bueno. Yo te salvaré; pero eso sí, tienes que hacer lo que te diga.
-Chí.
-Sal, entonces, y haz que Tío Tigre entre en la casa, para que yo pueda sacar del saco, y traerme a Tío Morrocoy.
Sin esperar más, Tío Rabipelado salió del monte y avanzó hasta Tío Tigre.
-¡Tío Tigrito, Tío Tigrito -le dijo;- unos ladrones se están robando las verduras!.
La fiera iba a insultar al rabipelado, pero al oír aquello, salió en carrera y desapareció detrás de la casa.
Tío Conejo indicó a Ramón Pilá un gran avispero gris que se balanceaba en la rama de un árbol. -¡Sube, rápido, allá arriba y tráeme aquel matajey.
-¿Y si me pican las avispas?
-¡Sube, hombre! ¡Tapas bien la boca del avispero con un puñado de hojas! ¡Anda, ligerol...
En un momento el rabipelado trepó hasta lo alto y regresó con el avispero ella mano. Lo entregó a Tío Conejo y éste lo tomó con cuidado, y corrió a ponerlo dentro del saco, en lugar de Tío Morrocoy.
Al cabo de unos momentos, los tres: Tío Conejo, Tío Morrocoy y Tío Rabipelado, aguardaban escondidos en el borde de la selva, mirando hacia la vivienda de Tío Tigre, quien, al fin, regresó de atrás de la casa e, indignado, llamó al rabipelado.
-¡Vagabundo! -rugió- ¿Dónde se metería? ¡Me ha engañado! Nadie se estaba robando mis verduras. ¡Déjelo quieto, cuando lo encuentre, él va a saber lo que es bueno!
En seguida cogió el saco con el avispero dentro y se lo llevó al interior de la casa. Ya tenía el agua hirviendo, y echó las verduras y los aliños entre la olla. Buscó la mano de pilón que, admirablemente, serviría de cachiporra, y con ella golpeó salvajemente el saco, hasta deshacer el avispero que contenía.
-Qué blandito era ese Tío Morrocoy -murmuró-. Mejor; así el sancocho estará más pronto.
Se acercó al fogón y vació el saco junto a sus propios pies. Inmediatamente las avispas, embravecidas, lo rodearon en una espesa nube, y comenzaron a clavarle sus terribles aguijones.
Lanzando espantosos alaridos de dolor, la fiera corrió afuera, se revolcó en el patio, desesperadamente, y luego huyó bosque adentro, despavorida.
Tío Conejo, Tío Morrocoy y Ramón Pilá, a todas estas, reventaban de risa, allí, en la orilla de la selva.
¡Y colorín colora'o este cuento se ha termina'o!
 
Preguntas del Concurso ¿Cuánto cuento comprendiste?:
¿En qué ambientes se desarrollan las historias de Tio Tigre y Tío Conejo?


martes, 8 de abril de 2014

4° Cuento del Concurso ¿Cuánto cuento comprendiste?


Simbad el Marino

Cuento Anónimo

Hace muchos, muchísimos años, en la ciudad de Bagdad vivía un joven llamado Simbad. Era muy pobre y, para ganarse la vida, se veía obligado a transportar pesados fardos, por lo que se le conocía como Simbad el Cargador. "¡Pobre de mí! -se lamentaba- ¡qué triste suerte la mía!"

Quiso el destino que sus quejas fueran oídas por el dueño de una hermosa casa, el cual ordenó a un criado que hiciera entrar al joven. A través de maravillosos patios llenos de flores, Simbad el Cargador fue conducido hasta una sala de grandes dimensiones.
 
En la sala estaba dispuesta una mesa llena de las más exóticas viandas y los más deliciosos vinos. En torno a ella había sentadas varias personas, entre las que destacaba un anciano, que habló de la siguiente manera:

 -Me llamo Simbad el Marino. No creas que mi vida ha sido fácil. Para que lo comprendas, te voy a contar mis aventuras... Aunque mi padre me dejó al morir una fortuna considerable, fue tanto lo que derroché que, al fin, me vi pobre y miserable. Entonces vendí lo poco que me quedaba y me embarqué con unos mercaderes. Navegamos durante semanas, hasta llegar a una isla. Al bajar a tierra el suelo tembló de repente y salimos todos proyectados: en realidad, la isla era una enorme ballena. Como no pude subir hasta el barco, me dejé arrastrar por las corrientes agarrado a una tabla hasta llegar a una playa plagada de palmeras. Una vez en tierra firme, tomé el primer barco que zarpó de vuelta a Bagdad...
 
Llegado a este punto, Simbad el Marino interrumpió su relato. Le dio al muchacho 100 monedas de oro y le rogó que volviera al día siguiente. Así lo hizo Simbad y el anciano prosiguió con sus andanzas...

 -Volví a zarpar. Un día que habíamos desembarcado me quedé dormido y, cuando desperté, el barco se había marchado sin mí. Llegué hasta un profundo valle sembrado de diamantes. Llené un saco con todos los que pude coger, me até un trozo de carne a la espalda y aguardé hasta que un águila me eligió como alimento para llevar a su nido, sacándome así de aquel lugar.

 Terminado el relato, Simbad el Marino volvió a darle al joven 100 monedas de oro, con el ruego de que volviera al día siguiente...

 -Hubiera podido quedarme en Bagdad disfrutando de la fortuna conseguida, pero me aburría y volví a embarcarme. Todo fue bien hasta que nos sorprendió una gran tormenta y el barco naufragó. Fuimos arrojados a una isla habitada por unos enanos terribles, que nos cogieron prisioneros. Los enanos nos condujeron hasta un gigante que tenía un solo ojo y que comía carne humana. Al llegar la noche, aprovechando la oscuridad, le clavamos una estaca ardiente en su único ojo y escapamos de aquel espantoso lugar. De vuelta a Bagdad, el aburrimiento volvió a hacer presa en mí. Pero esto te lo contaré mañana...

 Y con estas palabras Simbad el Marino entregó al joven 100 piezas de oro.

 -Inicié un nuevo viaje, pero por obra del destino mi barco volvió a naufragar. Esta vez fuimos a dar a una isla llena de antropófagos. Me ofrecieron a la hija del rey, con quien me casé, pero al poco tiempo ésta murió. Había una costumbre en el reino: que el marido debía ser enterrado con la esposa. Por suerte, en el último momento, logré escaparme y regresé a Bagdad cargado de joyas...

Y así, día tras día, Simbad el Marino fue narrando las fantásticas aventuras de sus viajes, tras lo cual ofrecía siempre 100 monedas de oro a Simbad el Cargador. De este modo el muchacho supo de cómo el afán de aventuras de Simbad el Marino le había llevado muchas veces a enriquecerse, para luego perder de nuevo su fortuna.

El anciano Simbad le contó que, en el último de sus viajes, había sido vendido como esclavo a un traficante de marfil. Su misión consistía en cazar elefantes. Un día, huyendo de un elefante furioso, Simbad se subió a un árbol. El elefante agarró el tronco con su poderosa trompa y sacudió el árbol de tal modo que Simbad fue a caer sobre el lomo del animal. Éste le condujo entonces hasta un cementerio de elefantes; allí había marfil suficiente como para no tener que matar más elefantes.

Simbad así lo comprendió y, presentándose ante su amo, le explicó dónde podría encontrar gran número de colmillos. En agradecimiento, el mercader le concedió la libertad y le hizo muchos y valiosos regalos.

-Regresé a Bagdad y ya no he vuelto a embarcarme -continuó hablando el anciano-. Como verás, han sido muchos los avatares de mi vida. Y si ahora gozo de todos los placeres, también antes he conocido todos los padecimientos.

Cuando terminó de hablar, el anciano le pidió a Simbad el Cargador que aceptara quedarse a vivir con él. El joven Simbad aceptó encantado, y ya nunca más tuvo que soportar el peso de ningún fardo.
 

 
Preguntas del Concurso ¿Cuánto cuento comprendiste?:
¿Dónde queda la ciudad de Bagdad?
¿Cuál es el nombre del Río que la divide geográficamente?




 

 

martes, 1 de abril de 2014

¿Qué es el KAMISHIBAI?

Por David Morán
 
Kamishibai, en japonés, quiere decir “teatro de papel”.

Es una forma de contar cuentos muy popular en Japón. Suele estar dirigido a niñas y niños pequeños que van a disfrutar de él en grupo. También es utilizado como recurso didáctico. Está formado por un conjunto de láminas que tiene un dibujo en una cara y texto en la otra. Su contenido, generalmente en forma narrativa, puede referirse a un cuento o a algún contenido de aprendizaje.

Como el texto está en la parte posterior de las láminas el kamishibai siempre necesita un presentador o intérprete que lea el texto mientras los espectadores contemplan los dibujos.

La lectura del kamishibai se realiza colocando las láminas en orden sobre un soporte, teatrillo de tres puertas que se llama ”butai”, de cara al auditorio, y deslizando las láminas una tras otra mientras se lee el texto.

 
Origen del Kamishibai

Estamos en 1930, en una de las calles más populosas de Tokio. A lo lejos se ve llegar a un hombre en bicicleta. El hombre se apea de ella y hace sonar una carraca. Pronto empiezan a arremolinarse en torno a él decenas de niños.

Es lógico, el hombre es un vendedor de golosinas. Pero, además, trae consigo el kamishibai. Saca un teatrillo de madera del tamaño de un maletín, por el que comienza a deslizar unas láminas con unos dibujos de trazos gruesos y sencillos. En su reverso está escrito un texto con rápidas descripciones y diálogos vivaces, que el hombre lee. Los niños escuchan y miran boquiabiertos, gritan aterrados, o ríen a pleno pulmón.

El kamishibai nunca falla, es mágico, siempre consigue atrapar la atención de los niños, hacerlos atravesar esa línea que separa la fantasía de la realidad.

Éste es, pues, el origen del kamishibai: surgió en Japón, durante la crisis económica de finales de los años 20, como una fórmula para combatir el desempleo: el hombre de la bicicleta, tras el éxito de la representación, vendía con más facilidad sus golosinas entre los felices niños.

Tras unas décadas de declive, en los últimos años el kamishibai ha resurgido, esta vez ya como una actividad puramente lúdica y pedagógica, y lo ha hecho con tanta fuerza que su magia se ha extendido desde el país del Sol Naciente a otros continentes. Para conocer algo más de su historia.

Kamishibai, en japonés, quiere decir “teatro de papel”. Sin embargo, el kamishibai es mucho más que eso: es todo un universo repleto de historias sencillas pero ricas en sentimientos y enseñanzas.

Su magia

El kamishibai fascina a la audiencia. Une la magia de las palabras con el encanto de las imágenes captando la atención de todos, especialmente de los más pequeños. El componente teatral del kamishibai transciende a la simple lectura, ayuda a conseguir un efecto mágico y de concentración en torno al cuento mucho más fácilmente que con otras técnicas.

Al interpretar un kamishibai se produce la interacción gozosa y compartida entre los miembros de la audiencia, entre éstos y el intérprete, y entre ambos y el mensaje que el autor quiere transmitir.

Los niños asisten en grupo a un espectáculo en el que todos juntos pueden gritar de miedo o reír con fuerza. Esto les predispone a compartir los mismos sentimientos, experimentando la sensación de grupo y el disfrute conjunto. Dicho efecto puede ser incrementado por el intérprete adaptando su entonación, ritmo e incluso variando expresiones teniendo en cuenta el ambiente creado.

Y además…

 - Puede ayudar a recuperar la tradición oral y facilita enormemente el contar cuentos a otras personas: abuelos a sus nietos, chicos mayores a otros más pequeños, en una fiesta infantil…

 - Despierta la imaginación y la fantasía entre los oyentes.

- Fomenta el gusto por la lectura y la escritura.

- Permite el tratamiento de la interculturalidad de forma natural mediante el uso de cuentos de diferentes culturas. Con el kamishibai, además de conocer los distintos textos, disfrutarán de las imágenes que corresponden a las tradiciones de cada una de ellas.

 - Facilita que los niños asuman el papel no sólo de oyentes, sino también de intérpretes y creadores.

 - Como creadores, en el Taller de Kamishibai se les exige y fomenta el trabajo en grupo y la participación en actividades del centro y/o del entorno.

 - Ayuda a estructurar y organizar los textos narrativos.

 - Resulta muy adecuado en el tratamiento integrado de las distintas lenguas.

 

Documentos de referencia:   IKAJA, Asociación Internacional de Kamishibai de Japón, nos 1-2 de Kamishibai, Newsletter.Japan.

 

 
 
 

 

viernes, 21 de marzo de 2014

SEMANA DE LA PALABRA


     Para estas fechas hace un año, la Biblioteca del Colegio Integral “El Manglar” se consolido como espacio denominado “Miguel Otero Silva”, y esto significó un gran esfuerzo organizativo que permitió, por un lado, sistematizar y clasificar todo el material bibliográfico en las estanterías y por otro, la creación de actividades formativas, recreativas y creativas permanentes, que han servido para difundir la literatura dentro de la comunidad, así como resaltar las tradiciones culturales que enaltecen nuestra identidad.

 

     Es por esto que la Semana de la Palabra del mes de Marzo, será dedicada a la reflexión en las aulas sobre los avances que la Biblioteca “Miguel Otero Silva” ha logrado en el desarrollo de un año. En esta oportunidad se denomina Historias de Biblioteca abordando una serie de cuentos y actividades propias y que han sido divulgadas a través de nuestro blog www.bibliotecaciem.blogspot.com entendiendo que este espacio web, constituye nuestro pilar fundamental de difusión institucional y herramienta educativa que permita la integración entre nuestros alumnos y la biblioteca, más allá de las aulas de clases. 

 

     La actividad se realizará del 24 al 28 de Marzo y el cronograma se ajustará con los horarios de Biblioteca de cada sección, tal y como se observa en el siguiente cuadro:


NOTA: En esta actividad no participará bachillerato debido a los horarios de contingencia.
 

jueves, 20 de marzo de 2014

¿Qué hacemos en nuestra Biblioteca?


                                                                                                            Por David Morán


 
     Desde el Colegio Integral El Manglar, a través de su Biblioteca “Miguel Otero Silva” se promueven actividades recreativas y formativas orientadas a brindar herramientas pedagógicas e integrales a nuestros alumnos.

     Pretendemos desarrollar la lectura, la escritura y el arte en general, durante todo el año escolar, tanto en los horarios propios de biblioteca como en los momentos libres y recreos, atendiendo a los siguientes objetivos básicos:

 -          Lecturas grupales e individuales de narraciones (cuentos, fabulas, leyendas), poemas, ensayos,  con la finalidad de promover el conocimiento de los diversos géneros literarios y la lectura. (Participan todas las secciones).

 -          Lecturas grupales e individuales de narraciones de tipo didáctica (fabulas, mitos, leyendas y cuentos) con la finalidad de  identificar los valores y fortalezas que sobresalen de los personajes. (Participan todas las secciones)  

-          Lecturas grupales, clases y contrastes de opiniones con la intención de formar a nuestros alumnos en temas relacionados con las principales técnicas de investigación, la elaboración y redacción de fichas y resúmenes, la elaboración de citas, el conocimiento de reglas y normas básicas para la redacción de monografías y otros trabajos escritos. (Participan desde tercer grado de básica hasta bachillerato).   

 -          Realizar el programa mensual de formación de lectura y difusión literaria conocido como la Semana de la Palabra,  actividad creativa, cuya temática puede ser dedicadas a la poesía, el cuento, la novela, el teatro, el ensayo, la canción o cualquier otra expresión artística que se manifieste a través de la palabra y cuyo vehículo de transmisión sea un libro.

-          Incentivar la escritura y el desarrollo de la imaginación a través de la redacción de textos literarios y la elaboración de dibujos sobre los diferentes libros leídos.

-          Promover la escritura y la creatividad a través de concursos literarios y artísticos.

      Desde la Biblioteca “Miguel Otero Silva” extendemos la invitación a padres y representantes, docentes y comunidad en general, que quieran sumarse a estas actividades.
 
 

jueves, 6 de marzo de 2014

3° Cuento del Concurso ¿Cuánto cuento comprendiste?


La rosa más bella del mundo (Hans Christian Andersen)

Erase una reina muy poderosa, en cuyo jardín lucían las flores más hermosas de cada estación del año. Ella prefería las rosas por encima de todas; por eso las tenía de todas las variedades, desde el escaramujo de hojas verdes y olor de manzana hasta la más magnífica rosa de Provenza. Crecían pegadas al muro del palacio, se enroscaban en las columnas y los marcos de las ventanas y, penetrando en las galerías, se extendían por los techos de los salones, con gran variedad de colores, formas y perfumes.
Pero en el palacio moraban la tristeza y la aflicción. La Reina yacía enferma en su lecho, y los médicos decían que iba a morir.

-Hay un medio de salvarla, sin embargo -afirmó el más sabio de ellos-. Tráiganle la rosa más espléndida del mundo, la que sea expresión del amor puro y más sublime. Si puede verla antes de que sus ojos se cierren, no morirá.
Y ya tienen a viejos y jóvenes acudiendo, de cerca y de lejos, con rosas, las más bellas que crecían en todos los jardines; pero ninguna era la requerida. La flor milagrosa tenía que proceder del jardín del amor; pero incluso en él, ¿qué rosa era expresión del amor más puro y sublime?

Los poetas cantaron las rosas más hermosas del mundo, y cada uno celebraba la suya. Y el mensaje corrió por todo el país, a cada corazón en que el amor palpitaba; corrió el mensaje y llegó a gentes de todas las edades y clases sociales.

-Nadie ha mencionado aún la flor -afirmaba el sabio. Nadie ha designado el lugar donde florece en toda su magnificencia.
-Yo sé dónde florece -dijo una madre feliz, que se presentó con su hijito a la cabecera de la Reina-. Sé dónde se encuentra la rosa más preciosa del mundo, la que es expresión del amor más puro y sublime. Florece en las rojas mejillas de mi dulce hijito cuando, restaurado por el sueño, abre los ojos y me sonríe con todo su amor.

Bella es esa rosa -contestó el sabio- pero hay otra más bella todavía.
-¡Sí, otra mucho más bella! -dijo una de las mujeres-. La he visto; no existe ninguna que sea más noble y más santa. Pero era pálida como los pétalos de la rosa de té. En las mejillas de la Reina la vi. La Reina se había quitado la real corona, y en las largas y dolorosas noches sostenía a su hijo enfermo, llorando, besándolo y rogando a Dios por él, como sólo una madre ruega a la hora de la angustia.

-Santa y maravillosa es la rosa blanca de la tristeza en su poder, pero tampoco es la requerida.
-No; la rosa más incomparable la vi ante el altar del Señor -afirmó el anciano y piadoso obispo-. La vi brillar como si reflejara el rostro de un ángel. Las doncellas se acercaban a la sagrada mesa, renovaban el pacto de alianza de su bautismo, y en sus rostros lozanos se encendían unas rosas y palidecían otras. Había entre ellas una muchachita que, henchida de amor y pureza, elevaba su alma a Dios: era la expresión del amor más puro y más sublime.

-¡Bendita sea! -exclamó el sabio-, mas ninguno ha nombrado aún la rosa más bella del mundo.
En esto entró en la habitación un niño, el hijito de la Reina; había lágrimas en sus ojos y en sus mejillas, y traía un gran libro abierto, encuadernado en terciopelo, con grandes broches de plata.

-¡Madre! -dijo el niño-. ¡Oye lo que acabo de leer!-. Y, sentándose junto a la cama, se puso a leer acerca de Aquél que se había sacrificado en la cruz para salvar a los hombres y a las generaciones que no habían nacido.

-¡Amor más sublime no existe!
Se encendió un brillo rosado en las mejillas de la Reina, sus ojos se agrandaron y resplandecieron, pues vio que de las hojas de aquel libro salía la rosa más espléndida del mundo, la imagen de la rosa que, de la sangre de Cristo, brotó del árbol de la Cruz.

-¡Ya la veo! -exclamó-. Jamás morirá quien contemple esta rosa, la más bella del mundo.
 
 
Pregunta del Concurso ¿Cuánto cuento comprendiste?:
¿Cual es para tí la rosa más bella del mundo?
 

lunes, 3 de febrero de 2014

2do Cuento del Concurso ¿Cuánto cuento comprendiste?


El Gato con Botas (Hermanos Grimm)

Érase una vez un molinero que tenía tres hijos, su molino, un asno y un gato. Los hijos tenían que moler, el asno tenía que llevar el grano y acarrear la harina y el gato tenía que cazar ratones. Cuando el molinero murió, los tres hijos se repartieron la herencia. El mayor heredó el molino, el segundo el asno y el tercero el gato, pues era lo único que quedaba.

Entonces se puso muy triste y se dijo a sí mismo:

«Yo soy el que ha salido peor parado. Mi hermano mayor puede moler y mi segundo hermano puede montar en su asno, pero ¿qué voy a hacer yo con el gato? Si me hago un par de guantes con su piel, ya no me quedará nada.»

-Escucha -empezó a decir el gato, que lo había entendido todo-, no debes matarme sólo por sacar de mi piel un par de guantes malos. Encarga que me hagan un par de botas para que pueda salir a que la gente me vea, y pronto obtendrás ayuda.

El hijo del molinero se asombró de que el gato hablara de aquella manera, pero como justo en ese momento pasaba por allí el zapatero, lo llamó y le dijo que entrara y le tomara medidas al gato para confeccionarle un par de botas. Cuando estuvieron listas el gato se las calzó, tomó un saco y llenó el fondo de grano, pero en la boca le puso una cuerda para poder cerrarlo, y luego se lo echó a la espalda y salió por la puerta andando sobre dos patas como si fuera una persona.

Por aquellos tiempos reinaba en el país un rey al que le gustaba mucho comer perdices, pero había tal miseria que era imposible conseguir ninguna. El bosque entero estaba lleno de ellas, pero eran tan huidizas que ningún cazador podía capturarlas. Eso lo sabía el gato y se propuso que él haría mejor las cosas. Cuando llegó al bosque abrió el saco, esparció por dentro el grano y la cuerda la colocó sobre la hierba, metiendo el cabo en un seto. Allí se escondió él mismo y se puso a rondar y a acechar. Pronto llegaron corriendo las perdices, encontraron el grano y se fueron metiendo en el saco una detrás de otra. Cuando ya había una buena cantidad dentro el gato tiró de la cuerda, cerró el saco corriendo hacia allí y les retorció el pescuezo. Luego se echó el saco a la espalda y se fue derecho al palacio del rey.

La guardia gritó:

-¡Alto! ¿Adónde vas?

-A ver al rey -respondió sin más el gato.

-¿Estás loco? ¡Un gato a ver al rey!

-Dejen que vaya -dijo otro-, que el rey a menudo se aburre y quizás el gato lo complazca con sus gruñidos y ronroneos.

Cuando el gato llegó ante el rey, le hizo una reverencia y dijo:

-Mi señor, el conde -aquí dijo un nombre muy largo y distinguido- presenta sus respetos a su señor el rey y le envía aquí unas perdices que acaba de cazar con lazo.

El rey se maravilló de aquellas gordísimas perdices. No cabía en sí de alegría y ordenó que metieran en el saco del gato todo el oro de su tesoro que éste pudiera cargar.

-Llévaselo a tu señor y dale además muchísimas gracias por su regalo.

El pobre hijo del molinero, sin embargo, estaba en casa sentado junto a la ventana con la cabeza apoyada en la mano, pensando que ahora se había gastado lo último que le quedaba en las botas del gato y dudando que éste fuera capaz de darle algo de importancia a cambio. Entonces entró el gato, se descargó de la espalda el saco, lo desató y esparció el oro delante del molinero.

-Aquí tienes algo a cambio de las botas, y el rey te envía sus saludos y te da muchas gracias.

El molinero se puso muy contento por aquella riqueza, sin comprender todavía muy bien cómo había ido a parar allí. Pero el gato se lo contó todo mientras se quitaba las botas y luego le dijo:

-Ahora ya tienes suficiente dinero, sí, pero esto no termina aquí. Mañana me pondré otra vez mis botas y te harás aún más rico. Al rey le he dicho también que tú eras un conde.

Al día siguiente, tal como había dicho, el gato, bien calzado, salió otra vez de caza y le llevó al rey buenas piezas.

Así ocurrió todos los días, y todos los días el gato llevaba oro a casa y el rey llegó a apreciarlo tanto que podía entrar y salir y andar por palacio a su antojo.

Una vez estaba el gato en la cocina del rey calentándose junto al fogón, cuando llegó el cochero maldiciendo:

-¡Que se vayan al diablo el rey y la princesa! ¡Quería ir a la taberna a beber y a jugar a las cartas, y ahora resulta que tengo que llevarles de paseo al lago!

Cuando el gato oyó esto, se fue furtivamente a casa y le dijo a su amo:

-Si quieres convertirte en conde y ser rico, sal conmigo y vente al lago y báñate.

El molinero no supo qué contestar, pero siguió al gato. Fue con él, se desnudó por completo y se tiró al agua. El gato, por su parte, tomó la ropa, se la llevó de allí y la escondió. Apenas terminó de hacerlo, llegó el rey y el gato empezó a lamentarse con gran pesar:

-¡Ay, clementísimo rey! ¡Mi señor se estaba bañando aquí en el lago y ha venido un ladrón que le ha robado la ropa que tenía en la orilla, y ahora el señor conde está en el agua y no puede salir, y como siga mucho tiempo ahí, se resfriará y morirá!

Al oír aquello, el rey dio la voz de alto y uno de sus siervos tuvo que regresar a toda prisa a buscar ropas del rey. El señor conde se puso las lujosísimas ropas del rey y, como ya de por sí el rey le tenía afecto por las perdices que creía haber recibido de él, tuvo que sentarse a su lado en la carroza. La princesa tampoco se enfadó por ello, pues el conde era joven y bello y le gustaba bastante.

El gato, por su parte, se había adelantado y llegó a un gran prado donde había más de cien personas recogiendo heno.

-Eh, ¿de quién es este prado? -preguntó el gato.

-Del gran mago.

-Escuchen: el rey pasará pronto por aquí. Cuando pregunte de quién es este prado, contesten que del conde. Si no lo hacen, morirán todos.

A continuación el gato siguió su camino y llegó a un trigal tan grande que nadie podía abarcarlo con la vista. Allí había más de doscientas personas segando.

-Eh, gente, ¿de quién es este grano?

-Del mago.

-Escuchen: el rey va a pasar ahora por aquí. Cuando pregunte de quién es este grano, contesten que del conde. Si no lo hacen, morirán todos.

Finalmente el gato llegó a un magnífico bosque. Allí había más de trescientas personas talando los grandes robles y haciendo leña.

-Eh, gente, ¿de quién es este bosque?

-Del mago.

-Escuchen: el rey va a pasar ahora por aquí. Cuando pregunte de quién es este bosque, contesten que del conde. Si no lo hacen así, morirán todos.

El gato continuó aún más adelante y toda la gente lo siguió con la mirada, y como tenía un aspecto tan asombroso y andaba por ahí con botas como si fuera una persona, todos se asustaban de él.

Pronto llegó al palacio del mago, entró con descaro y se presentó ante él. El mago lo miró con desprecio y le preguntó qué quería. El gato hizo una reverencia y dijo:

-He oído decir que puedes transformarte a tu antojo en cualquier animal. Si es en un perro, un zorro o también un lobo, puedo creérmelo, pero en un elefante me parece totalmente imposible, y por eso he venido, para convencerme por mí mismo.

El mago dijo orgulloso:

-Eso para mí es una minucia.

Y en un instante se transformó en un elefante.

-Eso es mucho, pero ¿puedes transformarte también en un león?

-Eso tampoco es nada para mí -dijo el mago, que se convirtió en un león delante del gato.

El gato se hizo el sorprendido y exclamó:

-¡Es increíble, inaudito! ¡Eso no me lo hubiera imaginado yo ni en sueños! Pero aún más que todo eso sería si pudieras transformarte también en un animal tan pequeño como un ratón. Seguro que tú puedes hacer más cosas que cualquier otro mago del mundo, pero eso sí que será imposible para ti.

El mago, al oír aquellas dulces palabras, se puso muy amable y dijo:

-Oh, sí, querido gatito, eso también puedo hacerlo.

Y, dicho y hecho, se puso a dar saltos por la habitación convertido en ratón. El gato lo persiguió, lo atrapó de un salto y se lo comió.

El rey, por su parte, seguía paseando con el conde y la princesa y llegó al gran prado.

-¿De quién es este heno? -preguntó el rey.

-¡Del señor conde! -exclamaron todos, tal como el gato les había ordenado.

-Ahí tienes un buen pedazo de tierra, señor conde -dijo.

Después llegaron al gran trigal.

-Eh, gente, ¿de quién es este grano?

-Del señor conde.

-¡Vaya, señor conde, grandes y bonitas tierras tienes!

A continuación llegaron al bosque.

-Eh, gente, ¿de quién es este bosque?

-Del señor conde.

El rey se quedó aún más asombrado y dijo:

-Tienes que ser un hombre rico, señor conde. Yo no creo que tenga un bosque tan magnífico como éste.

Al fin llegaron al palacio. El gato estaba arriba, en la escalera, y cuando la carroza se detuvo bajó corriendo de un salto, abrió las puertas y dijo:

-Señor rey, ha llegado al palacio de mi señor, el señor conde, a quien este honor le hará feliz para todos los días de su vida.

El rey se apeó y se maravilló del magnífico edificio, que era casi más grande y más hermoso que su propio palacio. El conde, por su parte, condujo a la princesa escaleras arriba hacia el salón, que deslumbraba por completo de oro y piedras preciosas.

Entonces la princesa le fue prometida en matrimonio al conde, y cuando el rey murió se convirtió en rey. Y el gato con botas, por su parte, en primer ministro.
 
Pregunta del Concurso ¿Cuánto cuento comprendiste?
1.- ¿Qué es un mago?
 
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